9 de febrero

ORALIDAD

Los seres humanos poseemos la habilidad de comunicarnos de múltiples maneras haciendo uso de nuestros sentidos. En donde se piense, los seres humanos existentes tenemos un lenguaje y en cualquier instancia es un lenguaje que es básicamente hablado y escuchado, es decir, articulado desde la sonoridad. A pesar de la riqueza gestual, los lenguajes de señas elaborados son sustitutos de la comunicación oral y dependientes de los sistemas del discurso oral. La oralidad es tan fundamental que la mayoría de las lenguas existentes opera por transmisión oral y no tiene literatura.

El origen del lenguaje en los seres humanos es incierto, pues hay teorías que sostienen que el lenguaje apareció súbitamente y no como resultado de un proceso evolutivo. Las especulaciones son tan numerosas como las técnicas para el estudio de este fenómeno, pero existe una teoría (con la cual estoy más de acuerdo) que sostiene que a partir del descubrimiento del fuego el cerebro aumentó de tamaño, dando lugar a nuevas habilidades. El descubrimiento del fuego ocasionó que los humanos pudieran absorber mejor los nutrientes debido a la cocción, moldear sus herramientas, manipular el hierro, entre otras cosas, y con esto se fueron creando más áreas especializadas del cerebro, facilitando el desarrollo de las áreas de Broca y Wernicke, que son las encargadas de la producción y comprensión del lenguaje. Lo más fascinante, a mi parecer, es que el fuego permitió la reunión de humanos en torno a él. El fuego atraía a decenas de personas para resguardarse del inclemente frío invernal y cuando se tiene a tantas personas reunidas lo único que queda es hablar. Del fuego nace la tradición oral, del fuego nacen la memoria, las historias, los mitos... Del fuego nacen las civilizaciones.

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La oralidad ha tenido un rol sustancial en el entramado social, permitiendo crear sucesiones de conocimiento. Con la aparición de la escritura hace unos 3.000 años a.c., fue posible mantener un registro intacto y duradero de la tradición oral. Desde ese evento y hasta el día de hoy es posible dar cuenta de la vida humana a través de la escritura. Hoy, debido al desarrollo exponencial de las tecnologías de la información y la comunicación, nos hemos vuelto más dependientes de las posibilidades que nos ofrecen. Podemos decirlo todo con el uso de un teclado y una pantalla y hemos perdido, en cierta medida, esa tendencia a la oralidad. Personalmente, me cuento entre las personas que prefieren un mensaje por WhatsApp para concretar un encuentro, por ejemplo. Hemos perdido la capacidad de comunicar nuestras ideas de forma oral y nos cuesta hilar la información adecuadamente.

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MULETILLAS EN EL DISCURSO HABLADO

Es común que mientras contamos una historia o damos cuenta de algún tipo de información formal o informal, hagamos uso de muletillas o gestos para apoyar nuestras ideas, para darnos tiempo de organizar el pensamiento. Estos apoyos no son del todo malos, pues traducir nuestras ideas en palabras no es un proceso fácil. El problema con el uso de estos hipos verbales como "eeeh", "¿cierto?", "hmm", "esteee", "¿me hago entender?" es que distraen al oyente, a menudo hasta el punto de que no oye nada de lo que le dicen y el mensaje se pierde por completo. Las funciones que cumplen las muletillas son a menudo interactivas y cognitivas. La función de interacción tiene que ver con la cortesía. Si invitas a alguien a una fiesta y dice que no, sin ninguno de esos marcadores de discurso, probablemente parecerá grosero. Si dice 'um, bueno, ya sabes, lo siento', lo hace mucho más educado. Juegan una función de cordialidad importante.

El uso cognitivo de estas expresiones ocurre cuando la persona intenta procesar información que podría ser más compleja. Esto también es importante para el orador y el oyente. Si las personas hablaran como escriben, serían difíciles de entender, ya que no podemos procesar tanta información auditiva. Como hablantes, a menudo nos damos cuenta, si hablamos demasiado, el oyente podría no entender. Es posible que usemos estos elementos, de manera inconsciente, para ayudar a la persona a procesar lo que estamos diciendo.

Piense en la última vez que escuchó a alguien usando muchas muletillas. Hay muchas posibilidades de que haya se haya sentido irritado o se la haya pasado contando el número de veces que las usó. Algunas personas usan muletillas al final de cada oración y las intercalan entre cada frase. Se vuelve, ya saben, realmente difícil para ellas decir algo sin agregar estas frases adicionales vacías, ¿sí me entienden?

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Algunas personas adoptan una política de cero tolerancia cuando se trata de palabras de muletillas, ya que creen que unas pocas arruinan el mensaje e invalidan un discurso sólido. No soy una de esas personas. Además, creo que el uso de una muletilla ocasional hace que el hablante parezca humano y no un robot. No obstante, los oradores deben esforzarse por minimizar las muletillas. No contribuyen en nada y debilitan la efectividad, principalmente, de dos formas:


  • Las muletillas representan expresiones verbales que una audiencia debe filtrar. ¿Por qué lo dice si el público tiene que filtrarlo de inmediato?
  • El uso repetido y excesivo de muletillas debilita la credibilidad del hablante. Se puede percibir como falta de preparación, falta de conocimiento o falta de pasión. 
Durante mi diplomado en emprendimiento, debíamos elaborar un discurso de ventas llamado elevator pitch, en el que debíamos exponer, en un par de minutos, nuestra idea de negocio, explicando cómo detectamos la oportunidad, la forma en la que el negocio se lleva a cabo y los beneficios del mismo. Se nos recordaba la importancia de evitar las muletillas para aprovechar al máximo el tiempo y transmitir credibilidad. Estos son algunos consejos para evitar el uso de muletillas mientras hablamos:

  1. Pídale a un miembro de su audiencia que mantenga un registro de su discurso y le brinde retroalimentación. Pregúntele cuál fue el impacto del uso de sus muletillas.
  2. Grabe su propia voz y procure un análisis objetivo.
  3. Haga un video de usted mismo. Las muletillas no son el único elemento que puede invalidar un discurso. La postura física, los gestos faciales, los movimientos de las manos pueden dar fuerza o debilitar un discurso. Por ejemplo, si estamos hablando sobre algo que nos gusta y nuestras manos permanecen a cada lado del cuerpo, inmóviles, transmitimos inseguridad o falta de interés por el tema.
  4. Si va a dar un discurso a una audiencia, asegúrese de estar bien preparado. El uso de muletillas es más común cuando la preparación es baja.
  5. Reduzca la velocidad. Para que esto sea posible, debe ser realista acerca de sus limitaciones de tiempo y la cantidad de material que tiene. A medida que los oradores fuercen más y más contenido en su presentación, tendrán que hablar cada vez más rápido para completarlo a tiempo. Es importante evitar esta tentación.
  6. Aproveche las pausas. En lugar de decir "ehh" o "hmm" solo haga una pausa. Remplace las muletillas por silencios. 
  7. Lleve control de su progreso. 


Referencias:

Toma de notas durante estudios en psicología y diplomado en emprendimiento.






Comentarios

  1. Me ha gustado mucho esta entrada, Elena. Me encantó la pequeña historia del fuego, interesante tu apreciación acerca del fuego como creador de historias, mitos y civilizaciones. Sin embargo, y tal como lo argumentaste, es triste ver que esta tradición oral decae progresivamente como consecuencia de las tecnologías de la información y la comunicación. Emm, muy oportunos los consejos para evitar las muletillas, ¡a ver si los pongo en práctica!

    Con respecto a la escritura, me gusta que utilices imágenes relacionadas con tu texto para no hacer más dinámica la lectura.

    Saludos.

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